domingo, 6 de septiembre de 2009

Filosofía de la Mañana (4) Una religión postmoderna

En mis cada vez más lejanos años de facultad, a finales de los años 80, en unos tiempos todavía bastantes ideológicos, que a uno lo calificaran de ‘postmoderno’ era una especie de desgracia. Era también la época del ‘fin de la Historia’, del ‘fin de la Física’, del ‘fin de la Filosofía’… El derrumbamiento del bloque soviético auguraba un nuevo capítulo de la Historia. El ‘pensiero debole’ que llegaba de Italia se aliaba con el desencanto postmoderno. Aunque había que decirlo con la boca pequeña a mí siempre me interesó este tema. Recuerdo, en este sentido, como una lectura iniciática “La condición postmoderna” de Lyotard o “El sujeto y la máscara” de Vattimo. Parece que la marea postmoderna ha ido remitiendo pero siempre he procurado estar al tanto de las novedades.
Acabo de terminar “El futuro de la Religión”, de Richard Rorty y Gianni Váttimo, (Paidós, 2006). El libro se compone de una introducción, de título ilustrativo, “Una religión sin teístas ni ateos”, a cargo de Santiago Zabala y dos conferencias impartidas por Richard Rorty, “Anticlericalismo y ateísmo”, y por Gianni Vattimo, “La edad de la interpretación”. Cierra este volumen un diálogo promovido por el mismo Zabala en el que los dos filósofos citados discuten en torno a la pregunta “¿cuál es el futuro de la religión después de la metafísica?”.
La tesis de Rorty podríamos resumirla en que a estas alturas ya no quedan demasiadas razones para declararse ateo desde el momento en que terminamos por aceptar que la religión, y la idea de Dios, es un asunto privado. Sin embargo, sí habría motivos para un cierto anticlericalismo mientras las jerarquías eclesiásticas pretendan disfrutar de una relación privilegiada con la Verdad y una indiscutida superioridad en el plano moral y en el diálogo social. Rorty desliza, además, lo que podríamos considerar una especie de declaración de intenciones: “Mi sentido de lo sagrado, en la medida en que lo tenga, está relacionado con la esperanza de que algún día, en algún milenio indeterminado, mis descendientes remotos podrán vivir en una civilización globalizada en la que el amor será, con mucho, la única ley. En tal sociedad la comunicación estará libre de cualquier comunicación estará libre de cualquier dominación, las clases y castas serán desconocidas, la jerarquía será un asunto de conveniencia pragmática temporal y el poder estará a entera disposición del libre acuerdo de un electorado culto y bien informado” (pag 62-63). Rorty, heredero del pragmatismo americano y fallecido en 2007, era un filósofo que levantaba ampollas en ciertos sectores al considerar el lenguaje filosófico como un tipo más de género literario.
Vattimo, por su parte, que admite una cierta herencia cristiana en lo personal, parte del conocido planteamiento nietzscheano “no hay hechos, sólo interpretaciones” (admitiendo incluso que esto es una interpretación más) para reivindicar un nuevo acercamiento a la religión como una opción personal centrada en la idea de salvación como caridad y encuentro con los demás.
Después del fin de la metafísica lo que queda es un mundo de posibilidades, entre ellas una relación con lo espiritual sin pretensiones de objetividad ni universalidad y por tanto desprovistas del impulso de violencia que ha caracterizado normalmente a las religiones institucionalizadas. En cualquier caso, es una buena escusa para seguir dialogando.

3 comentarios:

  1. Sí, es cierto, hace ya mucho tiempo que estoy condenado al fuego y a la lujuría del infierno, hace ya mucho tiempo que el cura de mi pueblo me puso cadenas, grilletes y una gran bola de acero inoxidable con poco recorrido y hace ya mucho tiempo que salté sobre la muerte y puedo estar mucho más allá viviendo y sintiendo cada segundo, sin mediadores ni interlocutores, sin sanguijuelas, sin vampiros y sin litio.

    La cuestión es dónde queremos estar, condenados a ser mediocres o condenados al fuego del infiernos por NO tener un encefalograma plano.

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  2. Hombre, lo del fuego del infierno si no quema mucho...

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  3. ... pues no sé a qué temperatura ponen los braseros los luciferianos, igual han salido de la prehistoria y disponen de termoestato, pero siempre tenemos la posibilidad de preguntar a cualquier devoto, seguro que están informados.

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