domingo, 17 de enero de 2010

Acción Solidaria (1) Haití en la Escuela.

El pulso de la Escuela se mide, en gran parte, en función de su permeabilidad a lo que ocurre a su alrededor. No puede ser que las únicas filtraciones sean las del alumnado celebrando los éxitos de los equipos de fútbol de sus amores. Uno tiene que soportar banderas y bufandas de club deportivos (empresas, en otras palabras) por los pasillos ante la sonrisa condescendiente del profesorado. Nos hemos acostumbrado al triunfo de lo banal, sobre todo porque esto no “molesta” a nadie, no compromete, no me expone frente al mundo. Sin embargo hay ocasiones en el que otro tipo de manifestaciones pueden llegar a ser para algunos una inconveniencia. Me viene a la cabeza determinadas acciones que se llevaron a cabo en algunos centros protestando por la brutal invasión israelí de Gaza o por el órdago que supuso la denuncia de Aminetu Haidar sobre su situación y la del pueblo saharaui, sin ir más lejos. En estos casos donde se estaban produciendo una clara violación de los Derechos Humanos hay que andarse con mucho cuidado porque más de uno piensa que supone, vamos a ser suaves, una extralimitación en el papel de la Escuela. Está claro que aquí se produce una inevitable confrontación entre aquellos que no ven más allá de su estricta programación y quienes piensan que, en realidad, el currículum va más allá de eso.
Y en esto nos llega Haití. Nada nuevo en el devenir constante de catástrofes y debacles propias de los países empobrecidos, la mayoría de ellos en el limbo del desinterés internacional. Haití supone una nueva ocasión para auscultar el corazón de la Escuela. Durante unos días, unas semanas, Haití ocupará una primera página en los medios de comunicación y muchos sabemos lo que pasará cuando se agote la novedad. Pero aún con ello no podemos dejar de dar una respuesta. Tenemos que hablar de la fragilidad de estos países, de sus males endémicos y de las causas de los mismos. Tenemos que dar alguna respuesta ante tanta desolación. Habrá que canalizar de alguna manera las lógicas ansias de hacer algo de las personas sensibles y decentes. Ahora es Haití, como ayer fueron las consecuencias del Huracán Mitch o mañana será otra cosa. Así es la educación, la eterna repetición de lo mismo, como diría Nietzsche. Pero lo que no podemos hacer es mirar para otro lado y adoptar la pose del cínico: “que lo arreglen otros”.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo Damián. Veo que hemos elegido la misma fotografía para ilustrar nuestro post. Un abrazo

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