miércoles, 10 de febrero de 2010

Pasión por la Música (1) Un musical en la estación de trenes

Decía Nietzsche: “nunca creería en un dios que no supiera bailar”. Quizás es la cualidad de la que carece el actual Olimpo y por eso las cosas van como van. Siempre he fantaseado con que en un momento dado una gran y espontánea coreografía se montara a partir de la nada en cualquier instante de nuestra vida cotidiana. ¿Se imaginan? Un día cualquiera por la calle y, de repente, de los bares, comercios y soportales una multitud bailando en perfecta sincronía al son de una música que suena desde no se sabe dónde. En un colegio, alumnado y profesorado, a media mañana de la jornada escolar, saliendo en estampida de las aulas mientras se forma un gran musical por los pasillos. Y cuando se termina el último de los acordes todo el mundo volviendo a sus quehaceres como si nada hubiera ocurrido. Efectivamente, eso que muchas veces contemplamos extasiados en alguna película del género y que en nuestro interior catalogamos en el mundo de las fantasías. Debe ser que hay más de uno que también sueña con lo mismo. Y si no pinchen en el enlace que les adjunto (que me envió una amiga) y vean la que se armó en la Estación Central de Trenes de Amberes (Bélgica) en marzo del pasado año. A las 8 am una grabación de la célebre canción de Julie Andrew “Do, Re Mi...” (perteneciente como sabemos a la lagrimógena “Sonrisas y Lágrimas”) empieza a sonar a través de la megafonía de la estación. Unos 200 bailarines comienzan a surgir de entre los transeuntes y se monta un buen espectáculo. ¿Por qué no pasarán estas cosas aquí?

http://www.youtube.com/watch?v=7EYAUazLI9k&an

2 comentarios:

  1. Que bonito es comunicar desde la perspectiva del niñ@ que vive en nuestro interior. La prueba es que ante una armonía (onda,vibracion) común para una sociedad,y lo suficientemente poderosa, saca lo mejor de nosotros y nos pone en acción. ¡Milagro! No, es la contrapartida de todo lo negativo que nos rodea. Existe una porque lo hace la otra. Me gusta jugar a desequilibrar la balanza, como mis nietos, para que persista más en el tiempo la primera, de la que tu escribes.
    Ah, un secreto: fui a ver la peli con mi hijo a la última sesión tras un día agotador de natación, paseos y cocinitas. Me encantó el mensaje, la forma en que está narrada, también algunas imágenes de los partidos, pero.... me dormí durante uno de los partidos hasta que mi hijo se dio cuenta y me pegó un buen susto para que no volviera caer en los brazos de morfeo. ¿Seran cosas de la edad? Ja,ja. Un abrazo.

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  2. Te aconsejo que te leas el libro de John Carlin, es todavía más arrebatador que la película y, además, la cuestión del rugby es bastante puntual en él (así no hay riesgo de que te duermas, ja..ja..). Un abrazo.

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