domingo, 23 de mayo de 2010

El Aula (4) La Red Canaria de Escuelas Solidarias

El pasado día 20 de mayo, nos reunimos en Las Palmas de Gran Canaria unos cuarenta profesores en representación de la Red Canaria de Escuelas Solidarias (RCES) y la Asociación Canaria de Enseñantes por la Paz y la Solidaridad (ACEPS). Para los malpensantes hay que hacer constar que esto fue financiado con los fondos de la ACEPS, de los que ni un céntimo procede de la Consejería de Educación. En estos tiempos que corren, en los que nuestra administración educativa está aplicada únicamente en ver por dónde puede aún meter algún tijeretazo, en los que la apatía, la resignación y la desesperanza se ha apoderado del conjunto del profesorado, que todavía quede un grupo de irreductibles que se confabulan para seguir adelante (después de 18 años en la brecha) con su trabajo de educación en valores cívicos, solidarios y democráticos, empieza a ser toda una proeza. Es precisamente en estos momentos, en los que todo quisqui se prepara para una larga temporada en los 'cuarteles de invierno', cuando más habría que visibilizar lo que aún le queda de dignidad a la escuela.
Muchos hemos asistido en estos dos años a un proceso de desmantelamiento de la escuela pública sin precedentes. En el viaje de ida en el barco, comentaba algún histórico de la educación que asistía a la reunión que esto, en realidad, no es una operación de mero derribo y demolición, sino el resultado de un plan elaborado en el que el gobierno sabe muy bien a dónde quiere ir y qué papel le tiene asignado a la escuela pública. Se lo pueden imaginar.
Sin embargo, lo asombroso es comprobar cómo esto no parece importarle a nadie. Para empezar ni siquiera a una parte importante del profesorado que asiste entre noqueado e indiferente al espectáculo y, mucho menos, al conjunto de la sociedad. Comentaba otro compañero que si le hubieran dicho hace unos años que alguien podría atreverse a tocar alguno de los logros de la escuela en los últimos años (la atención a la diversidad, los proyectos de mejora, los programas de innovación, por poner algunos ejemplos de urgencia) habría respondido que, en todo caso, sería a costa de una buena pelotera. Hemos podido comprobar que eso no ha sido así. La ínclita crisis ha sido el comodín que ha venido en auxilio de los que piensan que el sistema educativo público debe tener una función meramente asistencial y que para eso no hace falta tanta algarabía. Basta con tener a los niños entretenidos de ocho a dos. Si quiere servicios y recursos váyase a la concertada y si quiere preparar a su niño para formar parte en el futuro de la casta dirigente para eso está la privada (si puede pagárselo, claro).
Hemos podido comprobar en la reunión de la RCES y de la ACEPS el valor moral, al menos, de la resistencia. El valor de los que saben que los políticos pasan pero la escuela queda. De que al final, somos nosotros los que tendremos que sacar esto adelante contra viento y marea, con dignidad y tesón. Simplemente porque nuestro alumnado se lo merece y porque no sabemos hacer otra cosa.

1 comentario:

  1. Heroes desconocidos los todavía quedan, afortunadamente, y das fe de ello en este post. No pretendo ser agorera, pero en peores nos las vamos a ver. La cuestión entonces consistirá en el arte de sobrevivir, conviene ir preparandose, cada cual a su manera.
    Son ciclos, y el nuestro tiene demasiados inconvenientes como para trascender. Un abrazo realista.

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