sábado, 19 de febrero de 2011

Cine a solas (1) El discurso de el Rey

No suelo ir a estrenos, lo reconozco. En este caso, más por casualidad que por intencionalidad, terminé comprando una entrada, sin palomitas ni refrescos añadidos, para “El discurso de el Rey” (dirigida por Tom Hooper). Una película que atrapó mi atención en todo momento y que incluso me emocionó en determinados instantes. En el planteamiento se echa de menos, quizás por esta pasión mía por la Historia, algo más de profundidad en el contexto (unos años, además, apasionantes y turbulentos). Pero supongo que esa no era la intención. De hecho, es un relato de superación. La del Duque de York que en 1936 accedió al trono del Reino Unido como Jorge VI, tras la abdicación de su hermano mayor, el filonazi Enrique VIII, debido a supuestas razones amorosas que en su día levantaron pasiones, con Wallis Simpson. El problema radicaba en que Jorge VI era tartamudo, lo cual suponía un serio inconveniente para sus regias tareas. La película se centra en el momento en el que el Duque de York (Colin Filth) busca la ayuda de un singular logopeda australiano, Lionel Logue (interpretado por el ¡oh casualidad! también australiano Geoffrey Rush). Los planteamientos poco ortodoxos de Logue (para la época, claro) exigían una completa confianza entre el paciente y su terapeuta. Los inconvenientes se presentan de inmediato por las rígidas convenciones y la etiqueta que exige la rancia aristocracia británica. Al final, se abre paso la creciente amistad entre los dos hombres y las ansias de superación del monarca -como no podía ser de otra forma.
Lo más interesante de la película es -perdonen por el tópico- el duelo interpretativo entre Filth y Rush. Dos actores maduros que, junto a un guión bastante sólido y una sobria puesta en escena, dan forma al filme. No estamos frente a un producto elaborado para la promoción de algún joven actor / actriz al que hay que sacarle el mejor perfil. No hay que pedirle tampoco al guión ningún planteamiento próximo a la “lucha de clases” pero sí que se deja ver, cosa que es de agradecer, un cierto reconocimiento de la convención de los papeles sociales (por si alguien no se ha enterado). Vamos, que no hay peligro de convertirse a la causa monárquica, por muy británica que sea la película. Al igual que en la Literatura priorizo las buenas historias, si están contadas de manera solventes mejor que mejor, y este es el caso de “El discurso de el Rey”. Hay que verla.

1 comentario:

  1. Te haré caso, en cuanto vuelva a Madrid, a primeros de mes. Un fuerte abrazo.

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