miércoles, 25 de mayo de 2011

Filosofía de la Mañana (7) Marina y las emociones

Hay filósofos que si cobraran entrada, como sofistas de nuestro tiempo, pagaría encantado por oírlos. Uno de ellos es José Antonio Marina, auténtico filósofo de cabecera de muchísima gente.
Tuve la oportunidad de asistir hace unos días a la conferencia impartida por este prolífico filósofo, en el marco de las XIV Jornadas del CEP Valle de La Orotava, bajo el sugestivo título “El aprendizaje emocional de una mente que aprende”. La cuestión de las emociones en el proceso educativo es también un lugar común, afortunado por cierto, en cualquier discurso sobre la noble y pesarosa tarea de enseñar. Es bien sabido que Marina lleva emprendiendo una “cruzada” por la dignificación y por, lo que podríamos llamar, un “pacto social” por la educación en la que sobresale su “Universidad de padres”.
Para aprender y enseñar hacen falta las emociones. Debido a nuestra tradición cultural (nefasta herencias de los griegos, por cierto) las emociones han sido consideradas como algo que hay que soslayar, una manifestación propia de individuos poco educados y cultivados. A base de toparnos con ellas, hemos reconocido que semejante planteamiento es como luchar contra molinos de viento. Las emociones están ahí y son tan consustanciales al ser humano como lo poco que nos quede de racionalidad. Por tanto lo que hay que hacer es educarlas. Del mismo modo que necesitamos las emociones para el aprendizaje también las emociones son susceptibles de ser aprendidas. Este es el planteamiento de partida de Marina y aunque no es original (ni tiene porqué serlo) sí es una declaración de principios necesaria. La experiencia afectiva es el núcleo fundamental de la educación y la motivación. Esto es algo que escrito negro sobre blanco parece una obviedad. Pero algo me dice (algunos añitos de práctica profesional, quizás) que en la práctica esto es aún una cosa desconocida para más de un docente. Hay que atender a lo emocional como una cuestión de mera supervivencia. Sin una adecuada disposición emocional el aprendizaje es casi imposible. Y más en este mundo complejo en el que nos movemos, cambiante, competitivo, desarbolante... Es necesario despertar el deseo de aprender y de convivir adecuadamente en los niños. Un deseo que debe estar unido a la sensación de tener experiencias gratificantes, encontrarse cómodo en el proceso educativo y sentirse valioso. Tarea, en realidad, propia de titanes, sobre todo si se aborda desde la soledad del maestro en el aula, pero imprescindible. Mientras se hace realidad (¡uy, los deseos!) aquello de que “para educar a un niño hace falta la tribu entera” habrá que ir creando pequeños espacios de avanzadilla. [Adjunto foto chulesca].

1 comentario:

  1. ¡Fantástico Marina! nos enseña muchas cosas importantes en sus libros, son estimulantes y esclarecedores. La importancia que tienen las emociones en nuestras vidas. Hace hincapié en determinados aspectos que nos ayudan a conseguir satisfacción, que es una de las claves para no perder el tren de la vida. Estuve en esta jornadas y disfruté muchísimo oyéndole e incluso me emocioné. Aprender emocionándose.¡ estupendas jornadas!, merecido post.

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