martes, 16 de agosto de 2011

El Catalejo (25) La iglesia del poder

Francamente, este espectáculo neo-evangelizador, este culto a la personalidad propio de regímenes antidemocráticos y este mercadeo que supone la Jornada Mundial de la Juventud recientemente inaugurada en Madrid me producen un sentimiento de cierta indignación ciudadana. Sobre todo al comprobar de nuevo la pleitesía que los poderes civiles rinden al Papa de Roma permitiendo esta ocupación de los espacios públicos con misas multitudinarias, confesiones y absoluciones expres y ¡hasta un vía crucis con el top ten de la imagenería semana santera! No me imagino al presidente de un país extranjero montando un sarao semejante en cualquier ciudad  en la que estuviera de visita. Ni al líder espiritual de cualquier confesión religiosa no católica montando un embolado de este tipo en Recoletos. ¿Que en España hay un número importante de católicos practicantes y con una ganas locas de salvarnos a los demás? Bueno, también muchos creen en extraterrestres y no por eso montan un simulacro de abducción colectiva.
Por no hablar de esta iglesia del poder. Estos purpurados con bordados, filigranas y báculos labrados que pontifican (nunca mejor dicho) sobre moral y comportamientos humanos, que se erigen en mediadores entre la divinidad y el común de los mortales, que consumen cantidad ingentes de recursos para su mayor gloria y esplendor que muy bien podrían emplearse en otras cosas más perentorias. ¡Cuántas contradicciones entre los discursos y los hechos!, ¡cuánto oropel vacuo!, ¡cuántas cuentas pendientes! Qué pena ver a tanto joven animado por un supuesto espíritu misionero sin que ellos sepan muy bien de qué va eso. ¡Cuánta energía desaprovechada!, ¡cuánta adormidera repartida por doquier!, ¡qué tiempos oscuros!
PD: como ahora estoy en una fase Saramagiana me apunto una frase suya: “En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en dios, no lo necesito y además soy buena persona”.

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