miércoles, 16 de mayo de 2012

Ajustados y recortados

 ¡Señoras y señores!: ¡la gran feria de los recortes está a punto de comenzar! Si creen que lo han visto todo no saben lo que les espera. Ajustar y recortar está de moda. Aunque lo que se ajuste y se recorte sean las vidas de las personas. ¿Que usted no puede permitirse pagar el transporte no urgente con el que va a diálisis?, ¿que a su niño con problemas de aprendizaje lo van a meter en un aula masificada?, ¿que usted nunca sabrá con certeza si mañana va a seguir trabajando puesto que ese lujo (que no ya derecho) dependerá, prácticamente, del humor del empresario? ¿Y qué? ¿Quién le ha dicho que usted es importante?
Aquí lo único que interesa es que la prima de riesgo baje de los 400 puntos y que al ministro de economía no lo abronque su homólogo alemán. ¿Se ha parado usted a pensar en lo mal que lo debe estar pasando nuestra clase política?, ¿cree usted que se puede dormir tranquilamente pensando que te puede llamar Merkel en cualquier momento para gritarte al oído como podría hacerlo un general de la Wehrmacht? Desde luego, somos muy poco solidarios con estos pobres ministros que tras el Consejo de los viernes se ven en la penosa tarea de acogotarnos un poco más si cabe.
Si usted quisiera ser útil, si pensara no únicamente en sí mismo, se aplicaría en tener una conducta más constructiva. Por ejemplo: si se pone enfermo (lo cual es indudablemente culpa suya) no pretenda que se le atienda en tiempo y forma, no vaya a quedarse en casa, si tiene la infinita suerte de trabajar, por una simple gastroenteritis e incluso, en un alarde de patriotismo, por estar sometiéndose a una agresiva sesión de quimioterapia. Si tiene hijos en edad escolar ¿porqué no apuntarse a la educación en casa? cosa moderna donde las haya. Contribuya a aligerar el sistema escolar enchufando a sus hijos a algún CD ROM interactivo, así, de paso, se ahorra al profesor de turno que tenga la funesta manía de pretender que los muchachos piensen por sí mismos. Pero, sobre todo, vea todo el fútbol que echen por televisión. Socialícese con la sana costumbre de ver los partidos en un bar, gritando al unísono con la peña, liberando de esa manera las pequeñas tensiones del día. No se le ocurra acudir a una de esas manifestaciones o protestas callejeras, convocadas por una caterva de antisistema resentidos, aburridos y pobretones, que en el fondo son unos envidiosos de los éxitos de nuestros ricos nacionales, a los que deberíamos tener entre algodones y besar por donde pisan.
Así que si no fuéramos tan mezquinos tendríamos que estar agradecidos por nuestra nueva condición de sujetos ajustados y recortados. No somos conscientes de que nuestro gobierno se ha propuesto eliminar toda la grasa sobrante del sistema. ¿Qué se queda uno anémico? Bueno, ¿qué importancia tiene eso con el tipito que se nos va a poner? Y si la gula nos puede siempre podremos acudir a algún comedor social, a algún centro de Cáritas en el que unas caras amables y piadosas nos atenderán gratuitamente (al menos por ahora). También existe la posibilidad de coger alguna patera. Pero no se preocupe: a nosotros, pueblo orgulloso y descendientes de conquistadores, jamás nos tratarán como lo hicimos con esos pobres africanos que no hace mucho llegaban a nuestras costas con la esperanza de una vida mejor. A nosotros, europeos de noble estirpe, nunca nos negarán la sanidad ni los servicios básicos como acaba de hacer nuestro gobierno con los inmigrantes irregulares. Así que no hay de qué preocuparse. Hágase fan de la portavoz de la grey gobernante y celebre feliz y confiado las últimas ocurrencias con las que nos van a dejar más tiesos que la porra de un guardia.

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