viernes, 8 de enero de 2016

El avance inapelable del Mundo Cutrelux.


¿No querían algunas pruebas definitivas e incontestables del apocalipsis cultural en el que estamos metidos hasta las cejas? Aquí las tienen: Belén Esteban, una de las “escritora” de más ventas en los últimos años; el Pequeño Nicolás, excrecencia nacional de última hora, contratado para el Gran Hermano VIP ganando 3.000 euros al día; Bertín Osborne a la cabeza de los índices de audiencia en 2015.  Aterrador ¿no es verdad? Cuando cien mil personas abonan una pasta por hacerse con el tan preciado tesoro bibliográfico de la Esteban, lleno de vivencias enriquecedoras y ejemplificantes, en las que puede uno reconocerse en su condición humana, cuando millones de individuos emplean una parte considerable de su tiempo en las aventuras del pícaro jovencito o el señorito andaluz sempiterno, es que ya no hay cama para tanta gente. Si pensamos que esas personas no están solas, que tienen un entorno de familiares, amigos y vecinos con los que la mayoría de las veces se comparte una cosmovisión muy aproximada entonces creo que es mejor ir recogiendo los bártulos y meterse de lleno con aquel curso semiabandonado de danés urgente. Estos datos apocalípticos no pueden despacharse con un sencillo “es cuestión de gustos” o con una apelación al puro entretenimiento. Para gustos o entretenimiento la panoplia de opciones en absoluto dañinas para la estructura neuronal y la conciencia moral del personal es enorme. Pero que haya una fatal coincidencia en que personajes como estos son los superstar cuyas cuitas hay que seguir día sí y al otro también es la evidencia de que el Homo Sapiens ha llegado, en alguna de sus variantes, a un terrible callejón sin salida. ¿Qué se ha hecho mal, entonces? ¿No estábamos antes las generaciones mejor educadas de la historia? ¿La sociedad del conocimiento, las autopistas de la información, no auguraban una nueva Ilustración? ¿La extensión de la ciencia, del pensamiento crítico, no nos iba a permitir por fin desechar lo nocivo para quedarnos con lo beneficioso? ¿Representan Belén Esteban, el Nicolás de las narices y el Osborne pura cepa el ser humano nuevo, emancipado, que el pensamiento sesentayochista auguraba para las décadas venideras? ¿Será que somos los que nos resistimos a caer en el hoyo de la chabacanería más rancia los que estamos absolutamente equivocados?

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